jueves, 12 de mayo de 2011

INSERT

Un día, en una reunión de programadores informáticos de Microsoft, el equipo de cerebros se estaba estrujando los sesos pensando en las mejoras punteras que iban a introducir en sus flamantes editores de texto. Ese mismo día, a uno de estos iluminados informáticos se le encendió la bombilla y dijo: "Oye, ¿por qué no ponemos una tecla para agilizar las correcciones? Para que cuando alguien se equivoque escribiendo una palabra, no tenga que 1. Borrarla y 2. Reescribirla. Sino que, accionando esta tecla, pueda hacer las dos cosas de una vez, en un solo paso, borrar y reescribir."
-Mmm, no entiendo...
-Sí hombre, le das a esta tecla y con cada letra que vayas escribiendo se van borrando las que estaban mal.
-Ah, ya entiendo! Qué buena ideaa!
-Sí... un hallazgo! Y además va perfectamente con nuestros ideales de "optimización de las tareas" y "economización del tiempo"!
-Genial! ¿Y cómo llamamos a la tecla?
-Ya lo tengo: INSERT.

Desde aquel día, de forma insospechada y sin motivo aparente, los usuarios del programa empezamos a ser atacados aleatoriamente por un retorcido maleficio informático. Un maleficio que te metía en un absurdo callejón sin salida, en la más perversa de las pesadillas.
Cuando estábamos a punto de terminar nuestro trabajo de fin de carrera, dando los últimos retoques a ese importante informe que habrías de presentar a tu jefe a primera hora de la mañana o corrigiendo la versión definitiva de tu primera novela, ocurría la desgracia.
De pronto, cada vez que ponías el cursor en el lugar del texto donde querías añadir algo y te ponías a teclear... HORROR, ocurría lo impensable: cada golpe de tecla se llevaba una porción de tu trabajo, de forma lenta pero certera, implacable.

¿Por qué? Pues porque la mayor parte de los usuarios no conocemos el uso de todas las teclas del ordenador. Y una de esas teclas misteriosas es la de INSERT. Una tecla que en los ordenadores antiguos estaba situada justo a la derecha de la de borrar (que está encima del ENTER). Es decir, en el lugar idóneo para que cualquier manotazo inconsciente activara la inocente tecla.













Y entonces, ¿qué pasa aquí? ¿Por qué a mi ordenador le sale el lado oscuro y me juega esta mala pasada?

La solución es tan sencilla... pulsar otra vez la tecla INSERT y ya está. Una solución tan fácil y a la vez tan difícil de encontrar, agazapada en la posibilidad remota de que uno de los pocos usuarios que conocen la tecla se entere de tu situación y te ayude, o que probando a darle a todas las teclas al azar, des con la adecuada…

Es el peligro de una mala idea, o una buena idea mal llevada a cabo. Tienen el mismo efecto que un plan malévolo, pero sin la intención de perjudicar. Tan nefasta es la tecla INSERT, como salvavidas es la opción DESHACER. Pero es habitual que las malas ideas sobrevivan largo tiempo. De hecho, los ordenadores se siguen fabricando con esta tecla.
Pero la situación ya no es lo misma. Antes, habría bastado con que el pueblo se reuniera en un foro para discutir sus problemas colectivos, y pronto habrían dado con esa solución tan sencilla.

Y por eso la situación ha cambiado: ahora ya tenemos ese foro colectivo. INTERNET.
Así sabemos que por lo menos a 101 personas les gusta el grupo: Odio la tecla INSERT

Antes algunos individuos podían ser genios y la masa una amenaza. Ahora un individuo puede traer una mala idea, pero la voz colectiva traerá la solución.

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