A Castro
Desde la enredadera de Carral
alegras todas nuestras almas,
desde el paraíso que una vez imaginaste
y que ya siempre será parte de ti.
Se pone el sol, y con él nuestra alegría.
Aunque la felicidad con la que riegas nuestras vidas
no dejará de manar, no.
Porque siempre estarás presente,
en las sonrisas y en las canciones.
Hay hombres capaces de desenredar el mundo,
y el paraíso, abuelo,
está donde estás tú.
*
Un beso y un abrazo enormísimos de parte de los dos.
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